Deslenguar: cortar la lengua/ dispararse, crecer algo inmoderadamente. ¿Para qué deslenguar?

Miles de lenguas revolotearán como libélulas cerca de una lámpara. Cual cazador, el curador, intentará atrapar frases(citas), novelas, palabras que simplifiquen o personifiquen a cada uno de los elocuentes. Tarea difícil si no poseemos la experticia de escuchar los semitonos de un coro. ¿Mejor los deslenguamos? Mejor qué los mudos nos hablen.

lunes, 12 de julio de 2010

Leer sociedad

La presencia de un síntoma, como manifestación externa o expresión de un estado interno[1], nos convoca a diversos estudiantes de diferentes ramas de las ciencias humanísticas (medicina, jurisprudencia, psicología, sociología, economía, etcétera) frente a un dilema: ¿este carece de intencionalidad? ¿Es una mera expresión o señal que no produce una comunicación?

Será muy probable, para quienes se preocupan más por las alarmantes señales que nos entregan los medios de difusión día a día, que piensen que hay algo de trasfondo en todos esos síntomas a los que comúnmente se les denominan síntomas sociales. Sociales porque afectan a un grupo determinado ya sea directamente (hijos de migrantes, delincuentes, víctimas de robo, padres de hijos que pierden años escolares) o indirectamente (trabajadores sociales, comité pro-mejoras de una comunidad, veedores sociales, etcétera). Para nuestro ideal de sociedad es inconcebible que estemos inmersos en un contexto problemático sin pestañear siquiera. Estos actores, la mayoría de ellos visuales, entonces determinarán que hay algo que soporta al síntoma; y, como vivimos en sociedad, la causa primaria recaerá indiscutiblemente en una situación familiar pensando que aquello es lo más singular de la problemática social.

La familia será hacia donde apuntarán las críticas y las interrogaciones pero, como todos somos productos familiares, todos seremos capaces de responder: el problema es que los padres no se hacen cargo o que no les dan cariño o que todo comenzó cuando se quedó sin uno de sus padres. Y así, las acusaciones colocarán, a los directamente afectados, o como víctimas o como culpables al extremo.

Esa no es la intención del síntoma social. Esa es la intención de darle nuestro sentido a lo que nos parece inobservable, insoportable. Así, a la intención de comunicar desde o con un síntoma le aparece un ruido: nuestra ideología, nuestros afectos, nuestra experiencia subjetiva. Si creemos que detrás de un síntoma hay un fondo por descubrir, permitamos, abriendo espacios, que la comunicación sea entre dos personas, para que exista retroalimentación, para que la lectura de un síntoma no sea responsabilidad de los que creemos que hay que preguntarse.



[1] Niño Rojas, Victor Miguel; Semiótica y Lingüística Aplicadas al español pág. 54. Ecoe ediciones, Colombia 2004.

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